martes, 27 de julio de 2010

“VIVE SOÑANDO EN DIOS”

CARTA CIRCULAR

Julio 2010



Queridas hijas en el Señor: Nos dice un Himno de Tercia del Breviario, este precioso verso, que nos va a servir de meditación: “SOÑAR, AMAR, SERVIR Y ESPERAR QUE ME LLAMES – TÚ, SEÑOR, QUE ME MIRAS, TÚ QUE SABES MI NOMBRE”.

Tú único sueño, hija mía, debe ser el crecer cada día más en el amor a tu Padre Dios. Si tienes tu corazón puesto en las cosas terrenas, en honores, en alabanzas, no podrás soñar en crecer en el amor a Él.
Cuanto más descubras a Dios como Fuente Única de Felicidad, tu corazón cerrará la puerta a todo lo que no sea Dios o te conduzca a Él.
Amar es el único fin de tu vida, porque cuando se prueba el amor divino, todos los amores humanos son tan efímeros y superficiales, que tarde o temprano mueren. Sólo el amor de Dios que se inicia en la tierra, será eterno.
Servir: cuando se ama de verdad a Dios, como todo amor es difusivo, necesariamente se proyecta sobre las personas, ya sea con palabras bondadosas, o ayudando espiritual o materialmente al que lo necesita. Hay más gozo en servir que en ser servido. Jesucristo es tu divino Modelo y El se pasó su vida sobre la tierra sirviendo a los pobres, multiplicando los panes para saciar el hambre de los desamparados, curando enfermos, etc., por tanto, trata de imitarle a Él. Vive esperando que Él te llame para llevarte al Cielo. Este deseo lo tendrás si has puesto su corazón sólo en Él.
Dice San Teresa del Niño Jesús: “Necesito olvidar la tierra; todo lo de aquí abajo me fatiga. Pasa la vida, avanza la eternidad. Pronto viviremos de la misma vida de Dios. Después de haber saboreado el manantial de las amarguras, apagaremos nuestra sed de felicidad en la FUENTE de todas las dulzuras. No seremos ya prisioneros en esta tierra de destierro; todo habrá pasado. Con nuestro celestial Esposo bogaremos por lagos sin orillas”. Vive, hija mía, “CON LAS MANOS Y LOS PIES EN EL SUELO,  PERO CON LA MENTE Y EL CORAZÓN PUESTOS EN ELCIELO”.
 “Tú, Señor, que me miras, Tú que sabes mi nombre”. Sí, hija mía, Dios, que vive y habita en tu alma, te está mirando continuamente con amor, con ternura. Él es tu Padre, y todo Padre amoroso como Él, no puede menos de  mirar a la hija que ha creado y a la que desea transformar en otro Él.
Pero no basta que El te mire, sino que es preciso que Tú le mires, no con los ojos del cuerpo sino con los ojos de tu alma, adentrándote dentro de ti misma, cerrando las ventanas de los sentidos. Tú ideal no debe ser otro que vivir mirándole a Él y sentirte mirada por Él. Cuando vayas a hacer oración ante el Sagrario, puedes estar SEGURA DE QUE TE MIRA Y TE AMA PARA QUE TÚ LE MIRES Y LE AMES.
No sólo sabe tu nombre, sino que te conoce mejor que Tú misma te conoces, pues Él vive dentro de tu corazón. Él conoce tus pensamientos, tus sufrimientos, tus alegrías.
Cuando te presentes ante Él te llamará como a María, en el día de la Resurrección, por tu propio nombre. Así como ella le descubrió cuando escuchó: ¡María!, así tú le descubrirás cuando amorosamente te llame por tu  nombre.
Vive, hija mía, SOÑANDO, AMANDO, SIRVIENDO, ESPERANDO QUE El TE LLAME.
Con mi santo cariño de Padre en el Señor.

P. Julián Lorente Lozano

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