martes, 27 de julio de 2010

¿QUÉ DEBES HACER PARA UNIRTE MÁS A DIOS?

Carta Circular
Mayo 2010


Queridas hijas en el Señor: Si dijo San Agustín: “Mi amor a Dios es mi peso ante Él”, quiere decir que cuanto más vigoroso y fuerte sea tu amor a Dios, más tu corazón y todo tu ser, se unirá a Dios y te sentirás arrastrada santamente hacia Él. Cuanto más fuerte sea tu amor a Dios, más te meterás en Él, y más Él se meterá dentro de ti para divinizarte.
Pero tal vez me preguntes. ¿Cómo logro fortalecer y aumentar mi amor a Dios? Pues  ejercitándolo. Así como un atleta se hace más fuerte cuanto más  se ejercita en correr, en levantar pesos etc., así tu alma y todo tu ser se fortalecerán en amar a Dios, cuanto más lo ejercites. Pero dicho ejercicio ha de ser generoso, voluntario, querido, a la vez que intenso, es decir, que intervenga en ello todo tú ser.
Si haces actos de amor solo con los labios, de poco servirán para hacerte crecer en el amor a Dios, pero si los haces con  ARDOR, dándote cuenta que estás amando a Dios, entonces dichos actos te unirán fuertemente a Dios.
Debes procurar, hija mía, cuando vas por la calle, ir haciendo actos de amor, y no dejándote arrastrar por la curiosidad  hacia los escaparates. A la vez que inicias tus actos de amor dile a tu Padre Dios: Ignoro, Padre mío, si los actos de amor  a Ti los haré con toda la intensidad que debiera, pero acéptalos con agrado ya que mi deseo es caminar en todo momento unida a Ti.
Ya sabes, hija mía, que el momento mejor para unirte con tu Padre Dios, es la oración que realizas en la Iglesia, en el oratorio o a solas en el Sagrario de tu alma.
Procura, hija mía, en la medida de tus posibilidades, unirte a Él, aunque reconozcas tus limitaciones,  tus distracciones involuntarias, pero Él ve, porque conoce tu corazón, que vas a la oración porque le amas y no por cumplir algo que está mandado.
Por eso, hija mía, debes sentirte feliz y llena de paz, si observas que cada día tienes más hambre de oración, pues ello indicará que va creciendo en ti el amor hacia Él.
Ya sabes que cuando se ama a  una persona se está deseando verla, estar junto a ella, pues esto ocurre cuando crece el amor hacia Dios. De tal manera influye dicho amor a Dios en el corazón, que es lo ÚNICO QUE DA SENTIDO A TU VIDA DE PEREGRINA, pues cuanto más se llena tu corazón de su amor, más descubres el superficial valor de las cosas terrenas.
No te extrañes que Santa Mónica le dijese a su hijo San Agustín: “Hijo mío, en cuanto a mí, no sé lo que hago en la tierra, pues todo me hastía y sólo me hace feliz el amar Dios”. Esta frase, hija mía, has de procurar hacerla tuya algún día, y sólo lo harás en la medida que te metas en Dios y te veas invadida por Él.
Cuando veo a Religiosas ancianitas pendientes del Televisor, de la Radio o del periódico, no puedo menos que sentir pena de ellas, porque indica que no han sabido abrasarse en el amor de Dios. El tiempo sólo tiene sentido cuando se le emplea en hacer crecer  en nuestro corazón el amor a Dios.
Con mi santo cariño de padre en el Señor.


P. Julián Lorente Lozano

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